Lasaña de calabacín
  • 4 calabacines
  • 2 cebollas peladas y cortadas en tiras finas
  • 500 gramos de queso gouda (o algún queso mantecoso suave)
  • 400 gramos de tomate frito (salsa de tomate)
  • 300 ml de nata espesa para cocinar
  • Sal y pimienta a gusto

Lavamos y pelamos los calabacines. Los secamos con un paño limpio y con un buen cuchillo cortamos láminas finas de calabacín a lo largo. Las disponemos sobre una bandeja de horno ligeramente aceitada (a mí me hicieron falta dos bandejas), salpimentamos generosamente y llevamos a horno suave (100-140 grados) durante 25-30 minutos. Así se cocinan suavemente y pierden algo de líquido. Dejamos enfriar.

Aparte, pelamos y cortamos las cebollas, y las freímos en una sartén con aceite caliente hasta que esté suave y transparente. Salpimentamos a gusto y dejamos reposar.

Una vez que tenemos esto preparado, procederemos a montar la lasaña en una fuente apta para el horno de unos 5 centímetros de alto: una base de tomate frito o salsa de tomate (no recomiendo utilizar ketchup), una capa de tiras de calabacín, una de queso y otra de calabacín. Añadimos la nata, la cebolla y otra de calabacín. Y repetimos con una de queso, una de tomate, una de calabacín. Con esto ya tenemos más o menos cubierta la altura, así que cubrimos con una última capa de tomate y espolvoreamos con queso en polvo para gratinar. Se le puede agregar también algo de perejil, cilantro o cebollino picado, pero esto es a gusto de cada uno.

Horneamos unos 35-40 minutos a 180ºC, dejamos reposar 5 minutos y ya está lista para servir.

Al no llevar las láminas de pasta, es una alternativa estupenda para celíacos y para cualquier intolerancia al trigo. También es una opción vegetariana para personas que ingieran productos lácteos.